«El fin de la Imaginación» con Mariana Telleria por Adrián Villar Rojas

escultura avr scaled

Adrián Villa Rojas en “El fin de la imaginación”

con Mariana Telleria

La muestra estaba fabricada y modelada para las salas del Bass Museum en Miami, Florida, una escultura al estilo renacentista, acostada, sobre una escena post apocalíptica, con cara de desasosiego, tapándose la cara con un mano y apoyando la otra en la cintura. Una tela tipo arrugada apenas marmolada en forma de tapado sobre sus piernas y los pies sostenidos en el aire, sobre la arena llena de armas, huellas de tamaños desorbitantes y cámaras de filmación. Como si una guerra hubiera sucedido y documentar hubiera sido parte de la guerra que destruye y dejó atrás una época. Las pantallas con ntfs parecen aludir a la nueva era, el contraste entre lo barroco y lo intangible de la digitalidad.

Escultura adrian v R
torta avr

Las pantallas con ntfs, tienen frases como “Frimaine” un nombre utilizado comúnmente en francia y las palabras, “automne” en francés, en espanol, “otoño”. Junto a pantallas que cambian sus números, del 51 al 52 , 53, 54, 55, 56, y otras con 07, o 22,  otras con secuencias de números, 210+546+577+520+677+858 en la misma pantalla. Mientras que algunas estaban vacías, con imágenes de colores, entre rotas y ralladas, como cuando una pantalla está fuera de uso, y su formato se rompe. En la otra sala encontrábamos una instalación de estilo arcaica llegada de marte, como si fuera una combustión entre la tierra y el cielo. Unas esculturas de mármol que hacen referencia a jinetes, mientras que habitan unos seres robóticos entre lo real y la máquina, inmortalizados en marmol. Vemos al lado de un jinete en un pedestal, una especie de escorpión mecánico dirigido por un avatar del espacio. Un calderon grande abarca un “aquí reposan los restos de”  y en otro salón una heladera que contiene una torta, con un dinosaurio que murió y dos velas. 

AVRRKLK
AVRR3
AVILARO

El predominio de la experiencia- GASPAR LIBEDINSKY

Gaspar 1

El predominio de la experiencia

CASA TOMADA

GASPAR LIBEDINSKY

Gaspar 2
MISTER TRAPO - Museo Nacional de arte decorativo, 2022
 

Una de las discusiones más interesantes que se plantean dentro del universo del arte contemporáneo gira alrededor de cuál es y cómo se expresa su verdadero potencial de politicidad. Una buena cantidad de críticos, teóricos y expertos, le presuponen a las nuevas formas del arte un componente alto de frivolidad y de falta de apego a las realidades sociopolíticas. Estas consideraciones, las más de las veces, responden a criterios más bién modernos de aproximación al problema y encapsulan las posibilidades políticas del arte a sus elementos discursivos y a sus resoluciones más obvias, dejando fuera de análisis dos cuestiones relevantes. Por un lado, desestiman la capacidad del arte por resignificar los lenguajes y, por el otro, solo perciben la politicidad de manera literal. Casa Tomada, la retrospectiva de Gaspar Libedinsky en el Museo Nacional De Arte Decorativo de Buenos Aires es un ejemplo claro de lo equivocado que pueden estar los que le imputan al arte contemporáneo una ligereza insustancial que solo busca el efecto inmediato y el reconocimiento del mercado. Libedinsky es un artista con una ligazón estrecha con el mundo social en el que vive y su compromiso reconoce una infinidad de capas superpuestas que pendulan entre la cuestión ambiental, las desigualdades sociales, las discusiones sobre el espacio y el tiempo, sobre lo valioso y lo mundano, sobre lo útil y lo desechable y, en definitiva, sobre lo ordinario y lo especial.

Las analogías que el propio Libedinsky establece entre el artista y el servidor público, lo coloca en el rango de un activismo contundente, al que le incorpora, gracias a su sólida formación profesional, un discurso pulido, centrado, razonado e innovador. Pero, a diferencia de otros casos en lo que el discurso se antepone y se sobreimprime a la obra, en su caso, ambas dimensiones se acompañan y se enriquecen mutuamente al tiempo en que le permiten a Libedinsky armar su propio personaje, su propia

Casa Tomada es, además de una muestra retrospectiva que mezcla obra nueva con reposiciones de trabajos anteriores, un site specific gigantesco.

La muestra está pensada, organizada y ejecutada para el espacio del Museo Nacional de Arte Decorativo y no podrá ser repuesta del mismo modo en otro lugar. Este es uno de los puntos altos de la exposición y es algo que merece ser rescatado. La manera en que Libedinsky resuelve el diálogo de las obras con el espacio del Museo y el modo en que el artista fue tomando los espacios interiores y exteriores del Museo es de una precisión y un detalle milimétrico. Todo tiene su explicación, su lugar y su sentido. El itinerario espacial, el guión que se sigue hilvanando una obra con la siguiente y la posible lectura final del “texto” que propone Casa Tomada no deja nada al azar y entremezcla un indudable placer en las posibilidades lúdicas del arte con una seriedad conceptual y un rigor en la ejecución admirables.

El encuentro del visitante con la obra comienza apenas traspasa el bellísimo portal del Museo. Antes de entrar, Libedinsky dispuso su “homenaje al hombre común”, una obra que cabalga entre la instalación y la escultura y que remeda a los Castellers, esas torres humanas que son parte del folclor catalán y que se remontan a 200 años atrás. En la versión del artista, el clásico vestuario deja paso a trajes oscuros y camisas blancas comprados al Ejército de Salvación. La formación habitual de los castells, con los hombres más fornidos y gruesos abajo para soportar el peso y darle equilibrio a la formación se invierte y los más débiles sostienen a los más fuertes, lo que da a la escultura un fuerte tono paródico y social. Para aumentar su potencia simbólica, la estructura puede erguirse y guardarse mediante un sistema de poleas, y lo que se hace apenas comienza el día de exhibición es “izar” el monumento, como si se tratase de una bandera.

Ya dentro, en la antecámara del Palacio, la experiencia guía al visitante hacia Intocable, una instalación de 2020 que es, al mismo tiempo, una puerta de entrada a la exposición y un resumen. La actitud de la obra frente al entorno es la de toda la muestra, la irrupción de algo que no debe estar allí pero que sin embargo aparece, se presenta y lo modifica todo. Lo extraño ganando el espacio de lo habitual. En este caso, unos insectos-pájaros de metal pululan sobre una purísima escultura de Joseph-Michel-Ange Pollet y rodean su blanco inmaculado sin tocarla. Un sonido invade el ambiente y completa el clima de la escena, predisponiendo al espectador e invitándolo a dejar de serlo y a sumarse a la experiencia planteada por el artista.

Esta continúa con la obra tal vez más espectacular de la muestra, por su dimensión, su carga conceptual y su apertura en términos visuales partiendo de su emplazamiento y de sus múltiples posibilidades de abordaje. En Arrecife, Libedinsky usa 1.000 kilos de cerdas plásticas de escobillones para armar un arrecife de 400 metros cuadrados en la planta principal del Palacio. Compositivamente, la obra es impecable. Los caminos interiores que crea el arrecife, su fuga hacia las escaleras laterales, el manejo de la competencia de la obra con el entorno barroco y con el piso marqueteado la convierten en una de las estrellas de la muestra. Vista desde el balcón del primer piso, la obra se realza y toma una dimensión más amplia, mezclando la idea inmersiva de estar allí recorriendo con la posibilidad de alejarse visualmente y generar otras perspectivas y otras miradas.

En el salón comedor, la imponente mesa original de la colección fue sustituida por una de las obras más interesante y estimulante de la exposición. Se trata de Banquete, una mesa realizada con puertas y ventanas que pueden abrirse

Gaspar 3
AVESTRUZ Museo Nacional de arte decorativo, 2022

y cerrarse, formando figuras espacialmente distintas y volviéndose aptas para distintas actitudes en cada caso. Abrir una puerta o una ventana predispone al diálogo entre dos o entre varios, llama a la intimidad o al trabajo grupal.
Levantar una ventana opera como límite y al mismo tiempo como refugio. El trabajo tiene muy presente una inspiración arquitectónica y de diseño y los colores plenos contrastan con los mármoles, las paredes y pisos de madera y las arañas antiguas. El resultado visual es contundente, rasgo que se acentúa en las activaciones, cuando performers toman el espacio y le dan distinta funcionalidad. En la misma sala, en los paneles laterales, están las pinturas de Libedinsky. La serie Kunstformen der Natur reúne una colección de obras muy particulares. El artista tensa con dos paneles de acrílico escobillones de manera tal que las cerdas se desacomodan y van tomando formas diferentes.

Los hilos de plástico actúan como pinceladas para diseñar composiciones abstractas con una paleta de colores vibrante que en algunos casos llega incluso a sugerir una especie singular de paisajes.

Más allá, en las salas contiguas, La nube se adueña de un pequeño espacio y lo domina. La gran masa de esferas de cerdas de colores arremolinados está puesto a la altura de la cara de una persona de estatura media y los visitantes no pueden evitar la foto escondiéndose tras la escultura.

En el salón, la obra más antigua y conocida del conjunto, Mr Trapo, está dispuesta como un salón de maniquíes, o un desfile de modelos estáticos. Sobre los figurines de madera, prendas realizadas durante la beca Kuitca entre 2010 y 2011 hacen que trapos de piso, franelas, rejillas y otros textiles de uso popular y cotidiano se transformen en trajes, ambos del tipo de enfermería o uniformes

institucionales. La serie maneja un registro emocional primario, que opera en el reconocimiento inmediato del observador sobre la materia y, al mismo tiempo, requiere de una agudización de los sentidos para percibir los cambios y comprender cómo un elemento puede pasar a ser otro mediante el juego estético. La fase final del recorrido por la planta del Palacio Errázuriz está escoltado por La economía circular del avestruz, una instalación de dos esculturas de buen tamaño en el que 40 plumeros comprados en la calle a vendedores ambulantes visten una estructura de madera con forma de avestruz.

Las plumas de los plumeros, todas distintas pero en el registro de los grises y los tierra, forman los cuerpos de los animales, indicando la circularidad de un material que dejó su origen para volver a él. El hecho que no exista comercialización ni fabricación “formal” de plumeros le da a la obra una dimensión socio histórica muy situada y lo coloca a Libedinsky como un activista y un crítico.

En el subsuelo del museo hay una serie de trabajos que recorren temporalmente una década y que muestran la variedad de registros en lo que puede moverse el artista para lograr el efecto de comunicación. En la sala oscura puede verse un video, Boquete, en el que se ve cómo se abre un agujero en un muro en la cárcel de Caseros. Cuando el boquete queda hecho, el pedazo de pared que lo contiene es seccionado, bajado mediante un sistema de grúas y es transportado por la ciudad en una camioneta. Libedinsky instaló una cámara en el muro para registrar el recorrido urbano filmado desde atrás del boquete. Las paradas, imposible de establecer de antemano por cierto, van conformando una suerte de guión visual de extrema y singular belleza. Llama la atención, en algunas partes del video, la precisión en el recorte de la imagen que se establece con los límites circulares del agujero, que terminan siendo el marco de imágenes potentes y características de Buenos Aires.

Gaspar 4
KUNSTFORMEN DER NATUR Foto by Flavia Canelo

Un poco más arriba, Carrousel, es una instalación participativa en la que una ronda de bicicletas unidas entre sí actúan como una fuerte metáfora de la colaboración. Si una sola persona es la que pedalea, su esfuerzo se intensifica para poder acarrear al resto, si mas de uno pedalea, la intensidad física disminuye y el sacrificio es menor. Otra vez, la resolución estética está impregnada de metáforas sociales y responde a un juego conceptual que es propio de Libedinsky. Afuera, en el señorial jardín del palacio, se pueden ver las casitas para pájaros realizadas por los colaboradores del artista en su taller a partir de un elemento único y común. La consigna es la de convertir un cajón de verdulería en un albergue de pájaros, para que puedan guarecerse y comer. Las distintas versiones son sorprendentes. 
Pueden adivinarse formas abstractas, construcciones utilitarias y obras con más presencia de la variable estética, pero el conjunto, además, opera como una especie de una sinfonía visual de gran atractivo. Al final, el gran tapiz hecho con trapitos comprados a trabajadores urbanos re-instala la pregunta sobre el potencial político del arte contemporáneo a partir de rituales mínimos, casi íntimos. No quiero terminar este recorrido por la muestra sin subrayar lo que creo es el gesto principal que la recorre, complejizando y tornando a la experiencia interesante además de bella. Libedinsky trabaja con la inversión, con el trastocamiento y la idea de poner las cosas en otro lugar. Lo hace todo el tiempo, coloca un objeto aspirando a ser otra cosa, un material pidiendo otro destino que el habitual, un elemento resignificándose y reclamando ser visto de otra manera, una suerte de sinécdoque visual que asombra, invita a la reflexión y al disfrute calmo.

logotipo subheader


Bs.As. Argentina