NIMBO por Mariana Bersten

En Fundación El Mirador

En Fundación El Mirador, Mariana Bersten introduce un mundo infantilizado por la monstruosidad desahogada en juegos y actitudes lúdicas. Tania Puente, curadora de la escena, describe esta fantasía como la sensación de “flotar por el cielo”

Me gustó su forma de describir en escala planetaria como la sensación de un ciclo que chorrea el agua que compone a todos los humanos y a su vez alimenta nuestro cuerpo viscoso. Eso fue lo que me quedó impregnado a mi, al menos. Puedo ver a la artista en el centro de la escena, ese nexo que Tania hace entre las nubes en el que ve como se acerca lo divino a lo terrenal: “La ecología de las manifestaciones y las emociones es tramposa y falaz, y nos seduce con un pacto de verosimilitud al cual nos cuesta negarnos” 

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En la exposición encontramos la voz de la artista en off, que nos habla y detalla distintos momentos de su vida, desarrollados en su último libro “Puta presa y presa puta”. 

Las esculturas de animales en el espacio cobran vida de manera efervescente y colorida, son parte de la memoria subconsciente que trabajó en cada capa y en cada rigurosidad, hasta darle forma a la carne sintética. Podemos adivinar que insinúan, de manera grotesca, algunas de las cualidades más difíciles de contener en un material amorfo, caótico, aglutinado, algunas como la ternura, el juego, la verdad, y a su vez, la oscuridad de intentar concebir ese mismo efecto feliz en algo carnoso, que habita sin representar vida y se refriega con detalles aún más sutiles pronunciando su inestabilidad. Los animales y los ecosistemas subacuáticos suspendidos en el tiempo  se desvanecen como agua que en un susurro, en secreto, desaparece en forma de lluvia, y se vuelve a completar un ciclo que estalla en colores con un tinte no degradable, la huella apocalíptica de una fantasía embellecida por una mirada pop infantil.

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