Eduardo Cardozo "Latente"

Pabellón de Uruguay en La Bienal de Venecia 2024 con la curaduría de Elisa Valerio

Eduardo Cardozo define la amistad como una intimidad perpetua en su obra. Decide llevar a la Bienal de Venecia toda la pared de su taller, ubicado en Montevideo, la cual cobra vida y se traslada al viejo continente a encontrarse con lo que él llama “un amigo artista”, al referirse a la obra de Tintoretto y su historia. Para el uruguayo, se trata de “un encuentro con aires de bienvenida» y nos muestra en su obra, la existencia entre sus amistades físicas, reales y cercanas. El desarraigo de encontrarse en la vida misma en este tipo de lazos, con un amigo idealizado, a través de los velos que separan la obra: Dos realidades, tiempos, ciudades, obras diferentes, que interactúan en el conocimiento que él considera íntimo. 

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CT: La obra se traslada a Venecia por medio de la técnica del Stacco, ¿Cuál es la complejidad de esto?

EC: La obra ya está en camino a Venecia, sucede que una obra de estas características es compleja de trasladar, pero todo está resuelto… Latente es básicamente llevar las paredes de mi taller a Venecia, literalmente. Mi estudio es una casa montevideana en el barrio Cordón, donde tengo mi taller hace 12 años… las paredes se van mimetizando con la pintura, manchas de óleo, los dibujos en las paredes, la historia de la casa, que tuvo otros dueños, hay varias capas en esas paredes.

Dado que el tema de la bienal es la extranjería, mi idea es llevar el taller a Venecia. Mi lugar más íntimo, el taller para un artista es muy importante, hay mucho sobre mi vida dentro del taller, y eso lo llevo a Venecia. Reuniones con amigos, trabajos colectivos con amigos que ya no están, a uno de ellos le dedico esta obra justamente. Entonces, todo eso está impregnado de alguna forma en las paredes del taller. Una parte de la obra es el encuentro, en este caso busco encontrarme con un amigo en Venecia y pensé en Tintoretto, porque es uno de los grandes pintores venecianos, que vivió en otra época y otro lugar que yo, por lo tanto es un encuentro ficcional. Tomó una obra en particular El Paraíso y hago una reinterpretación de esa obra con telas teñidas y moldeadas. Frente a esa pieza, que llamamos las vestiduras, está el muro de mi taller instalado en Venecia.

CT: ¿Cómo pasaste de la pared a lo textil?

EC: Hay dos cosas, en la obra está muy presente el tema de la restauración, porque el cuadro de Tintoretto fue restaurado, se desnudó al cuadro con rayos X e infrarrojos, y se vieron las dudas del pintor, los personajes que fueron tapados o que no están, se conoció que Tintoretto solía pintar a los personajes desnudos y luego les ponía la ropa. Esto es mejor para las proporciones. Pero esa idea de que se descubre la intimidad del cuadro con esta restauración se conecta con el traslado de las paredes de mi taller, que es mi intimidad como artista, es el encuentro de esas dos intimidades… Entonces, las telas surgen justamente por la desnudez de los personajes del Tintoretto, las ropas de los personajes, esas togas coloridas… Además, en ese cuadro tiene mucha importancia la luz, por eso trabajo con Álvaro Zinno, para lograr reproducir, de alguna manera, esa iluminación en la reinterpretación que estoy haciendo. Yo hago una interpretación libre del cuadro en el cual solo trabajo con telas.

CT: Pasar de la pared a lo textil hay un contraste muy fuerte, Venecia y Montevideo, de por si me cuesta encasillar Montevideo y ni hablar Venecia…

EC: Esa pared, ese muro que está en mi taller, es el muro tal cual, se va a perder una parte en el camino, porque es parte del proceso del stacco en el cual hay siempre cierta pérdida. La pintura tiene una parte de ilusión, el volumen, el plano, la profundidad, el sueño… están esos dos mundos, el mundo real y el del ensueño: la pared y la pintura. Las paredes fueron arrancadas con el método del stacco, se pegan varias capas de tela y luego se arranca. Luego se coloca una capa de mortero y se pega a una placa para darle más resistencia. A partir de esas telas, utilizadas inicialmente para despegar el muro, genero un velo que cuelga en medio de esos dos mundos, la pared y el Tintoretto. Son gasas transparentes que separan esa parte de ficción, de sueño, Venecia de Montevideo, la actualidad y la mirada de otra época.

CT: No puedo dejar de pensar en qué es lo que queda después de ese arranque. Porque es muy fuerte para vos ya que hay algo íntimo que cambia, como un extraño que llega y se encuentra con esa intimidad revelada, siendo parte de esa temática parece una obra in situ, y es todo lo contrario.

EC: Hay algo en este proceso, en el de arrancar algo, la palabra “desarraigo” viene de arrancar una planta de raíz. En este caso siento que en las paredes o en parte de mí hubo ese desprendimiento, donde trabajé y viví muchas horas de mi vida, y es parte de esa migración en cierto sentido. Para mí hay dos ideas centrales: la del encuentro y la de la bienvenida, hacer sentir bien a la otra persona, ese gesto de recibir al otro. Tintoretto me recibió en Venecia y lo conozco porque conozco su pintura y su historia, con los pintores te volvés amigo después que te acercás a su obra. Me gustaría que en la instalación se sintiera la de encuentro y desarraigo, hay un encuentro entre dos personas y en este caso serían dos amigos a la distancia y en el tiempo.

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